miércoles, 26 de febrero de 2014

La Cabaña (capitulo II)

Bien dicen que después de la tormenta viene la calma. La mañana es fastuosa, el olor de todo mojado y fresco, el brillo de los rayos del Sol iluminado poco a poco las copas de los pinos, el canto de las aves recibiendo el nuevo día, el sonido relajante de un cercano arroyo, y el recuerdo de una noche maravillosa, hacen que Abril se sienta en total armonía. No puede evitar sonreír, levantar los brazos y estirarse para recibir los cálidos rayos de Sol que iluminan su espectacular silueta a dos pasos de la puerta de madera.
Bernard la sorprende y atrapa con sus brazos por detrás, rodeando su cintura con sutileza y aprovechando para soltarle unos cuantos besos en todo su cuello, oídos y nuca.

-¡El día está hermoso Bernard! ¡El cielo está totalmente despejado! ¡Invitame a conocer el lugar! -Abril toma de la mano a Bernard que se deja llevar.

    El sonido cada vez más intenso de agua corriendo marca el camino a seguir, cruzan un pequeño bosquecillo hasta alcanzar, unos metros más adelante, un lugar más despejado, donde lo rayos del Sol vuelven a dominar junto con los cientos de colores que proveen las flores, mariposas, aves que inundan el lugar. Unos pasos más y llegan a un pequeño, pero caudaloso arroyo de aguas cristalinas, que caen de una pequeña cascada, que en conjunto con algunos grandes arboles a su orillas, crean un espléndido paisaje.

Los dos se sientan a contemplar bajo la sombra de un frondoso árbol. Bernard recargado en su tronco y Abril recargada en el pecho de él.
 El mediodía trae consigo un sabroso calor. Abril se levanta, se quita las sandalias y doblando las bastillas de su pantalón, camina por el pasto hasta llegar a la mera orilla del arroyo, con prudencia mete uno de sus pies, el agua, un tanto fría, le causa un ligero sobresalto, pero no desiste y acaba por meter los dos.

-Ten cuidado Abril, no te confíes..podrías lastimarte.
- Está el agua muy rica, muy fresca. Deberías probar y meterte aquí conmigo...
-Prefiero verte desde aquí, disfrutar de este paisaje que me regalas...
-¿Estás seguro...?

Abril mete medio cuerpo en el agua, casi sentándose, al ponerse de nuevo en pie, ya tiene su pantalón en las manos, su precioso cachetero negro totalmente mojado, más negro que nunca, hace más fuerte ese contraste con la piel marmólea de su diosa griega. Su blusa blanca de lino se ha empapado a la mitad, y en el rostro de ella se esboza una sonrisa muy parecida a la de un niño a punto de hacer una travesura. Esa mirada, ese dedo en la boca, ese cuerpo que escurre hilos de agua en todas sus líneas, causan efecto en Bernard...

Él se despoja de su camisa, dejando al descubierto su bien trabajado torso y se mete al agua sin pensarle más. Abril trata de huir, pero es alcanzada de inmediato a unos pasos de la pequeña cascada. Bernard la toma fuerte con sus brazos y la deja caer en medio de ella...su blusa se adhiere totalmente a su cuerpo, revelando que por debajo de ella no hay más prenda, dejando adivinar sin trabajo ese par de rosados y erectos pezones...
Bernard la abraza por la espalda, juntando su cuerpo al de ella que tiembla de emoción, con un brazo la rodea a la altura de sus tetas, presionándolas un poco hacia arriba, causando una descarga de placer en Abril. Con la otra mano recorre todo el vientre de ella, para pasarse y acariciar esos muslos por la parte de afuera, por la parte de adentro, mordisqueando y chupando al mismo tiempo el lóbulo de sus oídos, su cuello. Pasa su mano por encima del cachetero, acariciando y pasando un dedo por la hendidura que forman los labios de su vagina. Abril se estremece de placer y busca, con la cavidad de sus nalgas, el erecto y gran  trozo de carne que sufre aprisionado en los boxer de lycra...con un encantador movimiento de su culo lo siente, lo acaricia...lo provoca...
Bajo el chorro de agua que cae, Bernard comienza a quitar lentamente la blusa y a acariciar dulcemente el par de blancas tetas, con sus dedos rodea toda la redondez de cada una de ellas, hasta aprisionar con sus dedos índice y pulgar los erectos, rosados y fríos pezones.

 La coloca de frente a él, la carga levantándola por las nalgas, ella lo aprisiona con sus piernas copando su cintura, hunde su cabeza entre el par de firmes senos, los besa, los lame, busca con cierta ansiedad las rígidas tetillas, las devora, las chupa con cierta fuerza provocando que se pongan aún más duras. Abril siente como se contraen de placer los músculos de su tibia vagina y más cuando logra sentir como esa enorme verga roza desde su pelvis, hasta las cercanías de su ano. Busca el cuello, la boca de él, que no deja de acariciar suavemente esas jugosas tetas. Esas tetas de donde él toma el agua que escurre en hilos por toda la redondez y que forman un manantial con cascada cuando desembocan por el pezón.
 La boca de Bernard sigue su camino por esos caminitos de agua que lo conducen por todo el vientre hasta el interior de esos labios hinchados y ansiosos de su vagina. Bernard sigue bebiendo de ahí la combinación de líquidos que forman otro pequeño chorro que pasa por enmedio de la vagina.
 Bernard de rodillas le da vuelta, para quedar de frente a ese suculento par de  nalgas, Abril abre un poco las piernas, apoyándose con sus manos en las piedras que forman una pared bajo la pequeña cascada y arqueando su espalda, ofreciendo de gloriosa manera su espectacular culo. Bernard sin perder tiempo, hunde su cara en él, Abril se estremece al sentir como es violentado con la lengua cada orificio, cada rincón de su intimidad, y por el placer de sentir como sigue corriendo el agua por todo su cuerpo.
 Jadea, gime, implora entre dientes por querer sentir ese ensanchado trozo de carne dentro de ella. Bernard se pone de pie lentamente, acariciando otra vez esas tetas con movimientos circulares. Abril se da la vuelta y atrapa con sus manos el pedazo de verga que aún sigue cubierto bajo el boxer. Ya de rodillas lo acaricia cual largo y ancho es, Bernard con la mirada suplica que le otorgue libertad, que lo coma ya por lo que más quiera. Ella, sin prisa, comienza a bajar lentamente la embarrada prenda, su respiración se agita conforme se va destapando la enorme verga. Él mira hacia el cielo como pidiendo piedad...ella la otorga.

Con sus dos manos toma la verga mirándola con cierta reverencia, acaricia y masturba deliciosamente buscando la mirada de él, concede un primer rápido y travieso lengüetazo a la hinchada glande, después lo levanta un poco para dar otro desde sus colgantes testículos, hasta llegar otra vez a la mórbida cabecita. Sin dejar de masturbar, comienza a introducirla en su boca, la cual tiene que abrir un tanto para poderla recibir lo más adentro posible....su boca está totalmente abierta y llena, por ello siente como esa enorme verga se calienta y  palpita en su interior...ella comienza un delicioso vaivén con toda su cabeza, Bernard la toma y la detiene de sus cabellos empujando su poderosa arma contra ella que apenas puede respirar. Abril juega con toda ella, la masturba, la mordisquea, deja que el agua corra por toda ella para luego recibirla con su boca una y otra vez, a Bernard le tiemblan las piernas de tanto placer. Abril esta extasiada lamiendo y chupando, y gruñe cuando Bernard la pone de pie, la voltea, la apoya otra vez contra las rocas, la obliga a que le entregue ese culo que lo está volviendo loco, pasea y juega con su verga en toda la hendidura que forman esas nalgas y la vagina. Ahora es Abril quien implora piedad...

-¡No me hagas suplicar! ¡Dámelo ya! ¡Quiero sentirte dentro de mi! ¡En la vagina..en el culo, donde sea...lo necesito!

Bernard vibra con estas palabras y tomándola por la cintura con una mano y la otra en el cabello, la embiste salvajemente. Entrar...salir, entrar...salir, placer...mucho placer recorre el cuerpo de ella. Bernard la penetra completamente, Abril goza con eso, con sentir como esa verga dura la parte en dos en cada embestida.

Ella se voltea y se trepa en él ensartándose casi en un solo movimiento, Bernard la atrapa de las nalgas con sus manos y la jala contra él introduciendo al mismo tiempo un dedo en el ano, ella siente que perderá el conocimiento o que su corazón sufrirá de una taquicardia....jalar y empujar...jalar y empujar...sus cuerpos en perfecta sincronía.

Con habilidad, Bernard la pone de cabeza en un perfecto 69 vertical, a ella, las emociones le inyectan una fuerte dosis de adrenalina, y más cuando se siente a  centímetros del agua que alcanza su cabello y su frente. Sólo cierra los ojos y comienza a saborear nuevamente ese gran pene de manera invertida.
 Mientras tanto, Bernard disfruta de una espectacular vista...un hermoso culo de piel suave y blanca a su disposición...una suplicante y abierta vagina totalmente depilada, de labios y clítoris bien hinchados a milímetros de su boca...Un par de bien torneadas piernas cobijando sus sienes y sus oídos. No puede aguantar más y clava su boca y su lengua en ese manjar que le ofrecen, a placer pasa su lengua, chupa y aprieta con sus labios el erecto clítoris, pasea por cada hendidura, cada pliegue....no se olvida de pasar su lengua por ese pliegue por donde comienza la pierna y lamer parte del suave muslo. Tampoco olvida  pasar su lengua por ese pliegue donde termina la pierna y comienza la nalga, lamer y mordisquear esa parte tan carnosa del culo, es un regosijo...
Abril con la sangre hirviendo en su cabeza, siente que el alma se le va con esas oleadas de placer, y sin querer da pequeños mordiscos a la dura verga que llena su boca y que chupa con creciente ansiedad. El placer sigue creciendo, es una bola de nieve que comienza a caer de lo más alto y baja con rapidez haciéndose cada vez más grande.
Bernard siente como se va volviendo rigido el cuerpo de Abril, siente como ese par de piernas se cierran cada vez más con fuerza queriendo estrangularlo y a mayor fuerza de ella, mayor la acometida por parte de él, está decidido a comerse totalmente esa vagina...ella comienza a convulsionar su cuerpo, sus gemidos ya ganan y superan al del ambiente...chupa y mama con desesperación esa verga palpitante, tan dura y gruesa...

-¡Deliciosoooo! ¡Sabes delicioso!

Bernard siente que estalla en mil colores...ella, un gemido agudo, largo, su cuerpo petrificado en trance, deja escapar el alma por un instante...siente en su boca como un violento torrente de leche tibia le inunda y se mezcla con su saliva...la traga lentamente, saboreando ese extraño sabor que le produce un inquietante placer...El sonido del agua la hacer volver en sí...se suelta y con una sonrisa se zambulle en ella.


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