jueves, 4 de octubre de 2012

El Encuentro y Reencuentro


Bernard abrió la puerta entreabierta y pasó con cierta desconfianza, Norah  lo había citado en esa dirección, un departamento en un quinto piso, en un tranquilo y buen complejo departamental.
 
     Norah y Bernard se conocieron años atrás como parte de la plantilla administrativa de una gran empresa. Norah era la clásica compañera de trabajo, la chica bonita "buena onda" con un cuerpo espectacular. Su cabellera negra y rizada contrastaba con su blanca piel, rostro angelical, sonrisa en todo momento, de excelente presencia, bien vestida. Conocedora de sus grandes atributos físicos se sabía observada en todo momento por toda la manada masculina. Era un placer mirarla pasar por los pasillos y que se volviera algo poco menos que imposible tratar de no seguirla con la mirada puesta en ese espectacular y gran trasero, un par de nalgas redondas, firmes, bien puestas en una generosa cadera , vestidas en un negro pantalón a mitad de ésta, tan pegado al cuerpo, que dejaba muy poco a la imaginación y que de vez en cuando dejaba al descubierto un par de hermosos hoyuelos de Venus en su espalda baja.



     Ubicados sus escritorios uno al lado del otro, la oportunidad de entablar conversación era pan de todos los días. Bernard quedó sorprendido de la ingenuidad que mostraba Norah en ciertos temas de índole sexual a los que de algún modo también mostraba cierta curiosidad. Por lo que Bernard se fue convirtiendo poco a poco, y con cierto interés, en su guía.
     Conforme pasaba el tiempo, las pláticas sobre sexo se fueron haciendo cada vez más intensas, al grado de  que Norah comenzaba a sentir cierta excitación y humedad entre sus piernas, así como un rico calorcito que subía por sus senos, recorría sus mejillas, pasaba por sus pómulos para depositarse finalmente en sus orejas.

      Cierto día, fueron avisados que para tal fecha se le aplicaría una auditoría de rutina a la empresa, eso significó que Norah y Bernard tuvieran que quedarse unas horas más por las tardes, casi solos, a revisar y completar expedientes y documentos. La soledad en la oficina se prestó para subir aún más el tono de la conversación. Algunas confesiones, algunas preguntas, algunas explicaciones hicieron menos tedioso el trabajo, pero agrandaron más la excitación en los dos. Bernard sentía que su entrepierna quería explotar y Norah se percató de ello, sintió que sus mejillas se ruborizaban, por lo que mejor tomó algunas hojas y se dirigió al cuarto de los archivos.
     Bernard se quedó pensativo por algunos instantes, luego casi por instinto se levanto de su asiento y se dirigió con Norah. Al entrar se encontró con una maravillosa escena: Norah levantada en sus puntas con sus brazos muy en alto tratando de bajar un expediente, su blusa, estaba levantada dejando ver su exquisita espalda baja.


Su apetecible culo, más parado y redondo que nunca gracias al esfuerzo y posición de sus torneadas piernas. Se acercó lentamente y en silencio para no llamar su atención, sus manos la tomaron por su desnuda y estrecha cintura causándole un pequeño sobresalto pero no se resistió. Bernard pasó sus brazos rodeando toda la cintura y pegando todo su cuerpo al de ella. Norah curveó su espalda echando para atrás sus portentosas nalgas buscando hacer más contacto con la entrepierna de él. La verga de Bernard reaccionó al instante al acomodarse entre las dos nalgas que comenzaban a su vez un rico roce con sus muslos. Bernard comenzó a subir lentamente sus manos por encima de la blusa hasta llegar a los senos de ella, los cuales apretó y acarició levemente por un rato, mientras ella con sus brazos buscaba la nuca de él. En esa posición besó el cuello de ella haciéndole sentir una descarga de emociones y comenzó a desabrochar lentamente la blusa, ella se dio la vuelta y con sus brazos rodeo el cuello de él. Bernard bajó lentamente sus manos por toda la espalda de ella hasta llegar a ese par de enormes y suaves dunas, las cuales tomó con firmeza entre sus manos para después, con habilidad, desabrochar y quitar lentamente el pantalón, dejando al descubierto un verdadero monumento al placer. Una diminuta tanga negra que contrastaba con la blanca piel juvenil de las turgentes nalgas, invitó a Bernard a ponerse de rodillas para venerar con un beso el prodigioso par de carnes que tenía enfrente. Norah agachó su cuerpo haciendo aún más formidable a la vista ese tan codiciado trasero.




 Bernard, haciendo a un lado la diminuta prenda, comienza a hurgar con su lengua en los húmedos e hinchados labios vaginales. Ella dejo salir una pequeña exclamación entrecortada, un tanto ahogada mientras poco a poco se encaminaba hacia el viejo escritorio del cuarto que se encontraba a un lado. Bernard con un movimiento de manos rápido y algo violento por la ansiedad, dejó libre de objetos el escritorio. Después subió y recostó a Norah sobre la cubierta de melanina abriendo, acariciando y besando delicadamente esas piernas bien formadas, para volver hacer a un lado con sus dedos el exquisito y diminuto frente negro de la tanga y volver a hundirse a placer en la afeitada y rosada hendidura del sublime monte de Venus.
     Poco a poco, lentamente, palmo a palmo fue subiendo besando ese cuerpo, pasando por el vientre, deteniéndose por unos segundos en el ombligo, para al fin llegar a su próximo destino: Un par de redondas y firmes tetas, aún cubiertas por el brasiere negro de encaje con broche al frente, que también hacía contraste con la blanca y ahora un poco rosada piel de Norah. Bernard contempló extasiado por unos instantes ese contraste y la respiración agitada que aumentaba más el volumen de esos montes que parecían pedir algo más. Con habilidad y delicadeza soltó el broche del brasiere para dejar al descubierto unos aterciopelados y sublimes senos, casi blancos como arena caribeña y coronados por un par de medianas aureolas castañas, café claro... café con leche... y pezones erguidos listos para ser acariciados y lamidos sin más demora, Bernard no los hizo esperar más.



     Norah ya no pudo ahogar su respiración entrecortada, la excitación, aparte de sonrojar sus mejillas y humedecer su vagina, ahora la envolvía totalmente de cuerpo entero, y en esa ansiedad, hizo que ahora Bernard quedara acostado sobre el escritorio. Su cuerpo temblaba de emoción y miedo a lo desconocido, más cuando comenzó a acariciar, la entrepierna de él intentando adivinar la forma, el tamaño, la dureza, de aquello que hervía cautivo bajo el pantalón. Ella desabrochó el pantalón y lo fue bajando lentamente para liberar a ese pedazo de carne de la opresión. Bernard sintió alivio mientras Norah, se mostraba un poco asombrada y asustada por las dimensiones de lo que sólo había podido imaginar y que por primera vez colocaba entre sus manos. Lo tomó con reverencia, lo acarició centímetro a centímetro sin olvidar el par de testículos que pedían lo suyo también. Bernard le tomó la mano forzando un poco a una rica masturbación. Ella, casi por instinto y por la gran excitación que le envolvía, no tardó en acercar su boca a ese pene, pasando su lengua de abajo hacia arriba lentamente saboreando cada parte del rígido miembro, hasta detenerse a jugar un poco con la hinchada cabecita. Despaciosamente la introdujo en su boca aún jugando con su lengua y poco a poco fue introduciendo, lo más que pudo, el resto del cuerpo erecto, para comenzar un deleitoso vaivén....Primero lento...después cada vez más frenético...



     Bernard se levantó acostando a Norah sobre el escritorio, con sutileza levantó las piernas de ella de tal manera que los pies quedaron a cada lado de su cabeza. Con su pene acarició la expuesta y ya mojada vagina causándole a Norah grandes descargas de placer, en esa misma posición, con mucho cuidado, y haciendo otra vez a un lado el frente de la tanga, comenzó a penetrarla, Norah sintió un agudo dolor y dejó escapar un sensible gemido. Bernard sentía como su inflamada verga se abría paso en esa aterciopelada y estrecha abertura, provocando con el vaivén, que los gemidos de dolor de Norah se fueran convirtiendo, poco a poco, en placer.



    Bernard se sentó en la silla del escritorio, Norah encima y de frente a él, le ofreció sus redondos y excitados senos, los cuales el gustoso aceptó mordisqueando y chupando los alzados pezones  mientras con sus manos apretaba el manjar de soberbias nalgas contra su verga.



     Ella se levantó, Bernard la atrapó contra la pared y así, abriéndose paso entre su culo, volvió a embestirla con su abultada verga embelesado de sentir en toda su entrepierna y muslos esas dos masas de legendarias carnes que ofrecían una delicada resistencia y que amortiguaban, un tanto, cada acometida de su firme miembro.
     Norah recargó a Bernard en una de las esquinas del escritorio, para luego, de espaldas a él, coger la verga dura y caliente e introducirla en su anhelante vagina para tomar el control y comenzar con un mecimiento desenfrenado que los sacó fuera de sí a ella y su macho logrando Norah explotar en un espectacular orgasmo.


     Con el apetito en su punto, Bernard puso a Norah de frente al escritorio, la inclinó hasta poner su rostro y tetas en la cubierta y abriendole un poco sus piernas cumplió el anhelado capricho de tener ante sí la impresionante vista de esa hermosa y sensual espalda llena de curvas perfectas que terminaba en el descomunal par de nalgas que la tanga negra hacía aún más espectacular para la libido. En esa posición, sólo una idea, que durante mucho tiempo daba vueltas en su cabeza, vino a su cabeza...


      Nuevamente volvió a arrodillarse y volvió a lamer y besar, pero ahora, a un nuevo y aún más estrecho orificio de placer. Con mucho cuidado colocó su miembro en el ajustado ano y poco a poco comenzó a introducirse provocando gran cantidad de jadeos y gemidos que excitaron aún más a Bernard. Con sus manos recorrió toda la espalda hasta posarlas en la cintura, de donde se apoyo para hacer más firmes y placenteros sus embates. Ante tal vista de esas nalgas devorando su pene una y otra vez, Bernard experimentó el gran placer de los placeres, sintió venirse y, junto con un gran gemido, se corrió en toda la espalda de Norah...



     Fue la única ocasión que Bernard pudo probar ese manjar de dioses, por una o por otra causa la vida los puso por caminos diferentes, sin saber más uno del otro, hasta hace unos días que por suerte coincidieron en un antro y, puestos al tanto uno del otro, surgió ésta invitación. Con estos recuerdos, Bernard abre la puerta y pasa, todo está en silencio y con tenue pero cálida luz. Al fondo, recostada en un sofá, se encuentra Norah, más bella que nunca, más sensual, más mujer. Con un ademán invita a Bernard a acercarce...es muy posible que Norah le muestre a Bernard todo lo que ha aprendido en estos años...


martes, 21 de agosto de 2012

Barbara


Ahora con las redes sociales tan de moda, los reencuentros son cosa diaria, el encontrar viejos amigos, conocidos, antiguas amistades, antiguos amores, se vuelven una conexión entre el pasado y el presente....una continuación de historias....

      Barbara y Marek fueron compañeros en la Prepa, pasado algún tiempo y después de atraerse mutuamente se volvieron novios...Barbara, una chica muy inteligente, de hermoso rostro, mirada fuerte y retadora, piel blanca, cuerpo de diosa, hermosas piernas bien torneadas que a Marek volvieron loco, y un par de atributos que sobresalían entre los demás: Un par de hermosos, grandes, muy grandes tersos y jugosos senos. La relación no pasó de algo casi formal y al terminar la prepa cada uno tomó su propio camino. No volvieron a saber uno del otro.

      Al pasar el tiempo Barbara se convirtió en una exitosa abogada. Marek en un buen administrador de empresas.

     Un día Barbara lo encuentra en las redes sociales, una solicitud de amistad que acepta con curiosidad y nostalgia...un click y comienza la conversación.

     Pronto se ponen al tanto de sus vidas de lo bien que les ha ido en sus profesiones. Marek se entera que ella  está soltera y sin compromiso, y él en cambio tiene que confesar que tiene poco de casado y que al no resultar la relación se encuentra en un proceso de divorcio viviendo separado.

     Las semanas pasan hasta que deciden salir a tomar un café. Cuando la ve llegar, Marek se queda sin palabras, la encuentra espectacular vestida de manera casual, jeans negros ajustados a sus excelentes curvas y piernas, una blusa blanca con grabados en negro bajo un suéter oscuro que de alguna manera hace resaltar ese antojable busto, cabellera castaña suelta que enmarca un rostro angelical. Marek no puede evitar que por su mente crucen algunas imágenes un tanto eróticas así como tampoco puede evitar decirle lo hermosa que está. Barbara se ruboriza...

     Las semanas pasan entre chat y salidas al café en los fines de semana, la confianza a crecido. Marek siente una atracción cada vez más intensa hacia Barbara y ella, al final, no es tan indiferente a las indirectas que van subiendo de tono. Hasta que un día, no pudiéndose contener más le dice todo lo que ella provoca en él y sin más rodeo la invita a pasar la noche juntos en su casa. Barbara se niega, aún con todo y que esté separado, el sigue siendo un hombre casado, aunque por dentro no puede negar que él le hace sentir ciertas vibraciones...
     Los días pasan, Marek siente su sangre hervir, las proposiciones se convierten en súplicas y frustración cuando una y otra vez recibe las negativas. Pero Barbara siente que algo dentro de ella comienza a ceder, no sabe si es curiosidad o si es la fascinación por vivir una aventura casi prohibida.

    Una noche, con unas copas encima, Marek toma valor y le llama a Barbara, es casi la una de la mañana, Marek insiste en que no puede dejar de pensar en ella, en su mirada, en su boca, en su piel, sus piernas, su senos...que solo el hecho de imaginar que ella lo toque sin quitar esa mirada fuerte le da escalofrío. Sus palabras tomaron un color cada vez más subido.


- ¡Estoy sólo, ¿Te animas a venir a mi casa a hacerme compañía...?


Barbara guardó silencio unos segundos para luego contestar con seguridad y una sonrisa:


- Esta bien....pasa por mi....


Marek apenas pudo creer lo que escuchó, sintió que la sangre se le bajaba a los pies, pronto reaccionó y sólo atinó a contestar:


- ¡Excelente, voy para allá!


Barbara comenzó a alistarse, y escogió "para la ocasión" una hermosa lencería en negro que hacía contraste con su tersa piel blanca, mirándose en el espejo se sintió más que sensual. Pensando en las emociones que sus piernas causan en él, las vistió con una corta y sexy minifalda de mezclilla. Una blusa roja, un poco ajustada acabaron por definir y resaltar su curvilínea figura.

Marek llegó antes de lo previsto, sintió una fuerte descarga cuando Barbara subió a su auto y en un inevitable movimiento de ella, pudo observar con magnífica vista ese par de piernas. Barbara se acomodó en el asiento del copiloto cruzando sus piernas mostrando en todo su esplendor un elegante y exquisito muslo. Con la blusa un poco entreabierta, Marek no puede evitar lanzar su mirada sobre un espectacular frente cubierto de un fino encaje negro semitransparente.






    Su miembro comienza a reaccionar, ella lo nota y entre la plática y bromas pone su mano cerca de él acariciando suavemente la pierna, lo que hace que Marek se quiera retorcer de placer, pero resiste al no poder perder la concentración al manejar. Barbara acaricia sus cabellos, su nuca sin dejar de mirarle. Ella abre un poco sus piernas, él ya con la sangre hirviendo se atreve a poner su mano en la rodilla para deslizarla poco a poco y discretamente hacia arriba esperando la reacción de ella. A Barbara le agrada y se lo hace saber subiendo también su mano hasta alcanzar una gran verga, que para ese momento está dura muy dura y caliente. El agradece el favor y mete su mano por debajo de la falda hasta tocar la húmeda, tibia e hinchada vagina. Barbara baja la bragueta y con su mano adentro busca, encuentra y saca ese gran pene el cual comienza a acariciar delicadamente con un sensual juego de muñeca.

Marek sufre por mantener la concentración manejando, pero por fin han llegado a casa de él...

Ya en casa, en su sala se sientan muy juntos a degustar una copa de vino, la plática y las caricias vuelven a subir de color, Marek comienza a decirle todo lo que la desea, todo lo que está apunto de quererle hacer y Barbara lo calla con un beso, él acaricia suavemente sus piernas...su Monte de Venus, sube hasta sus grandes y jugosos pechos. Con un leve empujón ella lo obliga a recostarse en el sillón, luego vuelve a tomar entre sus manos esa endurecida gruesa verga y la lleva hasta su boca para devorarla con ansia sin dejar de mirar a los ojos de Marek que se retuerce de placer y excitación.

Barbara se levanta y con un baile sutil y lento...muy lento, comienza a quitarse la minifalda dándole la espalda a Marek para que pueda mirar y gozar como aparecen ese par de redondas, blancas y grandes nalgas, vestidas únicamente por una encantadora y diminuta tanga negra.







      De abajo hacia arriba comienza a desabrochar los botones de la blusa roja hasta dejar al descubierto y en libertad los suculentos senos envueltos en fino encaje negro. Marek está con la boca abierta, sentado, con su pene hinchado al máximo, caliente y más duro que nunca. Barbara se acerca a él y de rodillas entre sus piernas vuelve a comerla, primero la pura "cabecita" como si fuera una paletita de dulce, rodeándola con la punta de su lengua, con ella misma comienza a recorrer todo lo largo que es ese endurecido pene para luego devorarlo completamente. Marek se las ingenia y hábilmente desabrocha y quita el brasiere dejando al fin al descubierto todo el esplendor de ese par de dunas coronadas por hermosos pezones en café claro...muy claros que hacen ver aún más grandes y suculentos esos senos. Barbara acerca y coloca el pene de él entre ellos, cobijado en su hermoso canalillo y lo comienza a masturbar deliciosamente con sus tetas. Marek se vuelve loco de placer...





Marek se levanta y permite que se siente ella en el sillón, ahora el se arrodilla, y comienza a besar esa piernas que le encantan y que abre delicadamente, para ir subiendo poco a poco, beso a beso hasta la entrepierna, su vagina aún protegida por la diminuta tanga, él con sutileza la hace sólo a un lado, observa extasiado ese depilado y rosado Monte de Venus, lo besa, pasa su lengua lentamente alrededor de los labios...busca y encuentra el clítoris, juega sobre él con su lengua, lo mordisquea, Barbara reacciona y él siente como esa vagina se hincha y se moja. Barbara coloca sus manos en la cabeza de Marek y lo empuja contra su Monte de Venus. Marek estira sus brazos para alcanzar los senos de ella y acariciarlos, mientras ella comienza entre gemidos y jadeos a experimentar una grandiosa excitación que no conocía....

Marek comienza a trepar, besando y lamiendo...pasa por el vientre, ombligo, hasta llegar a sus grandes senos. Chupa, mordisquea los erectos pezones, causándole más descargas de placer a Barbara. El con sus manos quisiera abarcar y estrujar completamente cada una de las grandiosas tetas que tiene a disposición...pero es imposible...

Levanta las piernas de ella para dejar expuesta su vagina, coloca la punta de su gruesa y caliente verga y con un pequeño empuje la introduce, un exquisito gemido sale de la boca de ella...y comienza un rico vaivén, el no deja de besar, chupar, estrujar sus senos, sus piernas y ella siente como algo le hierve por dentro, siente el tamaño de aquello que la penetra...de momento se asusta, le duele un poco...pero poco a poco comienza a ceder al placer...Sus mejillas están sonrojadas, su respiración es agitada... de pronto él se sale, la levanta, y susurrando a su oído le dice: - ¡Te la voy a meter toda...! - la agacha apoyándola en el sillón para dejar expuestas a su mirada y a su verga, el monumento de esas ricas nalgas, las acaricia, las besa y luego la penetra con grandes embates por atrás...la penetra completamente...






Barbara siente los fuertes embates, siente como el cuerpo de él choca una y otra vez contra sus nalgas, siente como esa dura verga la quiere partir en dos...ella con sus manos abre un poco más sus nalgas...







Su excitación es grande y lo avienta de nuevo sobre el sillón, se trepa en el, con sus manos toma el hinchado miembro y lo introduce en ella, después lo obliga a comer sus senos casi ahogándolo en su inmensidad. Marek con sus manos encuentra las nalgas de ella, las aprieta y jala, ayudándola en ese desenfrenado mete-saca que se está ejecutando, los gemidos y gritos se confunden hasta que terminan los dos al mismo tiempo en una rica explosión de emociones....











En azul el Artista


Despierta el artista, con el deseo de expandir su piel, al oleo en azul plasma, las inquietudes que dan vuelta en su porvenir.
El autorretrato queda como imagen, con el deseo plasmado en su mirar...
El artista es sensible al toque, a la caricia desmedida, al vaivén que sólo tú le puedes dar...










Despierta el artista en azul como las noches, cuando tu boca se llenaba de tanta inspiración hasta el final...

martes, 6 de marzo de 2012

Bohemia para las Féminas



     Suena guitarra que me acompañas ahora, cada nota un dolor...cada rasgueo una pasión...


     Yo como el Tapatío: ¡Trabajo y vino; comida y baño, y con mujer todo el año!


     ¡Suenale Bernard... recuérdate cada una de ella y brindemos por cada arrebato futuro y pasado...!


     Seduce ésta curvilínea guitarra, fémina de mil batallas, la que más veces te ha hecho el amor...
     seducela mi querido y estimado narizón...

























    ¡ Contra las muchas penas, las copas llenas...contra las penas pocas, llenas las copas...!


     ¡Salud mi prieto y estimado narizón! ¡Brindemos y cantemos por ellas que siempre y en toda conciencia serán lo mejor!!!