-Bueno señor Bernard, no hay nada nuevo que usted no sepa. Usted se encuentra sufriendo algo de estres por lo que no se va a salvar de unas buenas vitaminas en inyecciones.
- Odio las inyecciones...!
-Realmente no hay muchas opciones y recomiendo iniciar con la primera...
- ¿Usted me la pondrá...?
-¿ Algún problema...?
- ¡No claro que no! sólo que nunca me ha inyectado una mujer tan bella...
La doctora Andrea sólo deja escapar una leve sonrisa, mientras Bernard de frente a ella comienza a desabrochar su pantalón sin dejar de mirarla a los ojos. Ella no se inmuta cuando el boxer cae y deja descubierto el miembro erecto y exitado de Bernard.
- Recuestese boca abajo por favor y relajese -indica la doctora
Una vez preparada la inyección, Andrea se acerca y comienza a untar el alcohol suavemente en el glúteo de Bernard, ella queda facinada por un momento por lo duras, grandes y redondas nalgas que tiene a la vista, y no se puede resistir a pasar su mano tibia y suave sobre ellas. Bernard que ya se encuentra hasta con los ojos cerrados, siente aquella caricia como un verdadero placer de dioses. El placer acaba cuando siente el pinchazo de la aguja penetrando su piel y una vez más regresa cuando otra rica caricia consuela el dolor que acaba de experimentar.
Sin avisar, Bernard se vuelve boca arriba, dejando su enorme pene a la entera disposición de la doctora, quien sorprendida por el movimiento sólo atina a clavar su mirada en él resistiendose al deseo de tomarlo entre sus manos, acariciarlo suavemente y de introducirlo en su boca para seguir acariciandolo y chuparlo hasta saciar sus ganas...
- Oiga doctora...¿Y quien me va a poner la siguiente..? -pregunta Bernard mientras se viste otra vez.
- Mañana en la noche yo paso a su dirección para administrarsela.
- Con la condición, doctora, que me acepte antes una invitación a salir con usted mañana mismo....¿Que dice...?
- Esta bien, me agrada la idea, pero en ese caso ya no me llames doctora, dime Andrea.
A la noche siguiente la Doctora Andrea luce espectacular ante los ojos de Bernard , cuando ya dentro del tranquilo y acogedor antro, ella se libra de su abrigo blanco dejando al descubierto su espectacular y bien formado cuerpo en un entallado vestido negro que hace resaltar su blanca piel.
La noche pasa tranquila, un buen vino ha hecho su trabajo en el animo de los dos, la química que el deseo produce entre los dos los ha llevado a platicas cada vez más intensas, más candentes...El vino ya no refresca el ánimo...
- ¡Bernard! ¡Es hora de tu inyección!
Al entrar al departamento de Bernard, ella se sorprende al ver la mesa dispuesta para una rica cena...y más vino...
- ¿Todo esto para recibir una inyección..? - dice sarcástica Andrea.
- Es sólo para relajarme y no sentir tanto dolor -contesta igual Bernard.
La plática continúa casi donde se quedó en el antro, por lo que una vez más el temperamento vuelve a apoderarse de los dos, ella es la primera en poner su mano en la pierna de Bernard que disimuladamente, conforme transcurre la plática, sube poco a poco hasta topar con un bulto firme y tibio, con sus dedos acariciando encuentra la forma de aquello tan caliente que está tocando. Bernard no resiste más, pero ella se levanta preguntando por el tocador. Por unos cuantos minutos ella se entretiene ahí dentro mientras Bernard
sirve un poco más de vino para los dos. Ella sale sin ninguna novedad, muy bien abrigada con ese blanco abrigo que a Bernard estorba para admirar el cuerpo de diosa de la doctora.
- Bernard, es hora de ponerte la inyección...
- No doctora, ahora yo la voy a inyectar a usted...
- ¿Y que necesita señor Bernard para llevar a cabo su práctica...?
- Primero, que se quite ese abrigo....
- ¿Seguro...?
La doctora se pone de pie y comienza a desabrochar lentamente, al compás de la suave música, su abrigo, sin dejar de mirar a los ojos de Bernard.
Pronto y con asombro, Bernard descubre que debajo del abrigo no existe más el entallado vestido negro, y que en su lugar ha aparecido un exquisito y transparente babydoll negro.
Bernard siente que su entre pierna quiere estallar, pero Andrea sigue despojándose sensual y lentamente de su abrigo.
Por fin el blanco abrigo cae, dejando al descubierto todo lo que Bernard quisiera tocar, besar, morder, pero ella sigue bailando a un compás lento y alucinante para él.
- Es hora de preparar la inyección....- dice ella mientras se acerca y se arrodilla frente a la silla donde esta Bernard. Lentamente comienza a desabrochar el pantalón de él y poco a poco va dejando al descubierto el inflamado, duro e hinchado pene.
Con mucha delicadeza ella lo comienza acariciar primero con sus manos, luego entre sus senos y finalmente lo lleva a su boca. Lamiendo primero la cabecita propinando uno que otro leve mordisco, después sigue con su lengua todo lo largo hasta toparse con los testículos y chupar uno por uno con gran maestría, hace que Bernard se pierda en todo el placer que puede experimentar, para luego sentir como ella introduce casi todo el cuerpo de su pene en su boca tan húmeda y tibia. Bernard no se puede contener y tomándola de su cabeza la empuja una y otra vez contra su pene.
- Señor Bernard, la aguja, la inyección esta lista...¿Que más necesita...?
- Descubrase los glúteos....que voy a proceder...
Ella se incorpora y apoyandose en la silla curveando su espalda, levantando sus ricas nalgas, invitadoramente pregunta:
- ¿Así.....?
Bernard se queda observando un tanto lo que sus ojos y su deseo ven....es intensa la sensación que experimenta al saborear ese par de nalgas tan blancas con leves tonos rosas de Andrea.
- ¿O así.....?
Bernard no resiste más y en esa posición arremete con toda su fuerza y furia, ella deja escapar un leve gemido cuando siente como ese gran pene se va abriendo camino hasta el fondo de ella.
Por un momento se sale de ella y ahí mismo abre ese par de nalgas para probar las mieles de esa rica vagina y ano. Entre explosiones de placer ella lo sienta en la silla para luego subirse de frente encima de el dejando que su tibia y húmeda vagina coma por completo toda esa verga. Bernard siente que pronto se va a venir cuando ella provoca un violento mete y saca sin piedad, con sus dedos alcanza el ano de ella, y después de introducir su dedo en el, ayuda a agregar placer al loco y rítmico vaivén que los dos han logrado.
Bernard aún sentado en la silla la voltea para sentarla de frente a él y saborear esos ricos, duros y rosados pezones, mientras poco a poco va introduciendo su pene en ese estrecho y suave ano, provocando los gemidos más ricos que pudiera imaginar de Andrea. La penetra completamente, Andrea entra en estado de éxtasis experimentado varios y seguidos orgasmos.
La conduce hasta su cama, ella jugando se le escapa iniciando una pequeña persecución de cazador y presa, Bernard la alcanza y de pie contra la pared, vuelve a penetrarla por atrás una y otra vez.
Delicadamente la deposita en la cama, ahí baja besando suavemente, explorando, oliendo, mordisqueando hasta su Monte de Venus, con sus dedos suavemente separa los rosados labios y uno a uno los acaricia con su lengua hasta detenerse en el hinchado clítoris, Andrea lo toma de la cabeza y lo empuja contra su vagina como queriendo introducirlo completamente rodeándolo con sus piernas. Varias mieles son absorbidas y saboreadas por Bernard. Ahora la penetra suavemente, despacito encima de ella.dejando sentir a dentro de ella, todo lo largo y ancho de su inflamado pene, al mismo tiempo que besa y mordisquea suavemente el lóbulo de su oreja, su cuello. Acaricia y masajea ese par de hermosas tetas que luego besa, chupa y lame por completo.
La vagina de Andrea esta exageradamente húmeda e hinchada, Bernard se sale, levanta las piernas de la doctora y la penetra analmente apoyandose con una mano en los senos y con la otra acariciando suavemente la vagina, introduciendo de vez en cuando sus dedos dentro de ella.
Bernard se tira boca arriba sobre la cama como invitando a Andrea a treparse arriba de él.
La doctora vuelve a experimentar un gran orgasmo seguido de otro dejando caer su cuerpo hacia atrás, Bernard no ha terminado, se pone de pie, y Andrea pronto toma su pene con fuerza masturbándolo mientras lo chupa freneticamente en su boca. Bernard desahoga un gran gruñido y deja escapar sobre las tetas de Andrea su blanco y tibio semen...
- ¿Cuando me toca la siguiente inyección, doctora...?
- Mañana en la noche yo paso a su dirección para administrarsela...