Después de mucho tiempo sin verla, Bernard se encuentra por casualidad con Mariela, quien al pasar los años esta convertida en toda una hermosa niña universitaria. Tez blanca, cabellera negra y rizada, un hermoso rostro, una pronunciada cintura, caderas anchas, grandes nalgas redondas y firmes que se dejan adivinar, junto con una sensual tanga, en un ajustado pantalón blanco strech. Y bajo un relajado y discreto escote se dibuja la escultural silueta de dos grandes, apretables y jugosos senos.
Bernard sabe que esta es su oportunidad, que no puede dejarla escapar esta vez como sucedió en aquellos años de prepa, donde aún a fuerza de insistir, no lo logró con ella más que el famoso sí pero sin saber cuando.
Después de las acostumbradas formalidades en la plática, ella acepta salir en la noche con el a bailar.
Bernard pasa por Mariela a su casa a las 9 de la noche, pero hay algo que rompe con todo el plan de él, Mariela va acompañada de su hermana. Esto es un balde de agua fría para Bernard, - ¡Un chaperón! -refunfuña por dentro. Mientras Mariela le sonríe como adivinando su pensamiento.
El ambiente es bueno en el antro, y al calor del baile es antojable un whisky para el y una paloma con tequila para ella. Pasan las horas y el baile cada vez mas sensual de ella, tiene a Bernard al limite de la excitación, pero no se puede hacer mucho...la hermana los vigila. En un rato de descanso y ya al calor de las copas, las indirectas y los roces son más frecuentes y atrevidos, ante esto, la hermana da la orden de partir.
Ya en la puerta de la casa de Mariela, la hermana, con bastante sueño, se despide y se mete a dormir -¡No te tardes Mariela!
- No, sólo me voy a despedir...
Bernard, sabe que es ahora o nunca, y sin darle tiempo de nada, la besa, ella intenta safarse pero acaba por ceder y corresponder. Bernard la abraza fuerte, las ansias de sentir en su piel la carne de tan perfecto cuerpo logran de inmediato una gran erección. Ella siente como crece de manera tibia y firme esa gran verga y desliza su mano derecha por encima del pantalón hasta encontrarla, esto la excita y su respiración comienza hacerse más rápida. El hace lo propio con la espalda de ella, la acaricia desde la nuca hasta depositar su dos manos en esas dos redondas nalgas. Despues sus manos encuentran ese par de jugosos senos que ya para ese momento muestran sus pezones tan duros y el los acaricia con delicadeza. Pero Bernard busca más y mientras ella acaricia su gran pene, el desliza su mano hasta encontrar la vagina de ella. Pero el pantalón le estorba, y en un hábil movimiento, logra introducir su mano por debajo del pantalón y de la tanga, para encontrarse con el delicado, caliente y húmedo monte de Venus. Comienza a acariciar su clítoris, ella siente que sus piernas se vuelven de trapo, está caliente, como nunca lo había estado y aprieta fuertemente ese duro y palpitante pene al sentir ese nuevo placer en su vagina. Bernard está apunto de introducir sus dedos, cuando ella le hace un alto, sin decir palabras ella voltea a ver el auto de él y Bernard comprende de inmediato...
Ya dentro del auto, el se quita su pantalón y ella hace lo propio. Ella, con un poco de miedo y emoción, toma entre sus manos la verga de el y lentamente la introduce en su boca, ella la acaricia, la moja con su lengua, la chupa, quisiera devorarla completamente pero su gran tamaño no se lo permite. Bernard sentado en el asiento trasero, la acomoda de frente a él y poco a poco comienza a penetrarla mientras acaricia y chupa esos ricos y duros pezones. Sus manos se aferran a esas exquisitas nalgas iniciando un loco vaivén, el siente como se contrae contra su pene la húmeda vagina, pareciera que se ha convertido en una segunda boca que lo devora todo, lo humedece, lo calienta y con un placentero gemido de los dos, lo hace explotar dentro de ella...
Una luz se prende en la casa de Mariela, rápido se componen las ropas y sale del auto de Bernard.
- ¡Mariela, ya es muy tarde, entra ya...!
- ¡Si papá, ya voy, no tardo!
Ella se inclina hacia la ventanilla del auto y se despide...
- ¡Adiós Bernard, buenas noches! ¡Me dió mucho gusto volverte a ver!
- ¡Igualmente!
Y con un tierno beso, Mariela se fue a dormir...